viernes, 3 de agosto de 2007

Un día frío

M. Carolina García A.

Este verano era más frío que los habituales, el sol alumbraba como de costumbre, sin embargo la temperatura no había superado en ningún día los 25ºC. Eso no alcanzaba a molestar verdaderamente a Isabel, eran otras sus preocupaciones, aquel hombre que la había visitado el verano pasado no había vuelto, y en la necesidad de culpar a alguien o a algo había tomado el clima como excusa.

La joven se detiene, como todos los días a mirar el termómetro. Lo mira, mira el reloj y anota.

- ¡22,5 otra vez! – masculla y escribe en una libreta.
- ¿De nuevo con lo mismo, hermanita? – interrumpe su hermano Luis.
- ¿No has escuchado las noticias acaso? El clima esta cambiando. ¡Entérate!
- ¿Y desde cuando el clima a ti te importa tanto?
- Desde que ya ni dan ganas de meterse a la piscina y menos de asolearse. ¿Para qué?
- Para recuperar esa piel tersa y dorada por el sol, que tanto apreciaban mis amigos.
- ¡Saca tu dedo de mi cara! Y te aviso desde ya, que van a tener que buscarse otra entretención.

Isabel lo había conocido en la ciudad, y en su condición de extranjero con un idioma diferente, le pidió su ayuda para guiarlo a los lugares turísticos. El joven agradecido prometió visitarla y así lo hizo. Suspiró por él todo el verano, hasta que unos días antes que fuera, apareció en su puerta.

Ella vestía bikini y unos pantalones cortos, ya estaba oscureciendo y una pequeña brisa había comenzado a refrescar la calurosa tarde veraniega. Conversaron largamente, se contaron sus vidas en los escasos minutos que los padres de ella lo permitieron. Acordaron juntarse al día siguiente en el frontón, con la excusa de jugar y así poder continuar la charla.

Muy a su pesar, Luis insistió en acompañarla. Pero luego de un rato de espera, el joven aún no aparecía.

- ¿Tú crees que le pudo haber pasado algo? - le preguntó a Luis.
- No sé – le respondió -……..supongo que no- agregó luego.
- ¿Tú crees que vendrá? - le interroga ella, insistiendo en establecer una comunicación.
- Quizás.- contestó indiferente.

Ahora, sentada en una reposera en el patio trasero, lee una revista, el hermano esta sentado a su lado, juega con una pelota de tenis dejándola caer y levantándola repetidamente.

- ¿Pensando en el gringo de nuevo?
- Francés – lo corrige sin mirarlo.
- Bueno, Fransuuua.
- No, te dijo que es francés y se llama Pierre.
- Se llamaba Pierre.

Ella no le contesta y lo mira con desprecio. Él soba sus nudillos enrojecidos, resultado de su inesperada salida nocturna. Había logrado ubicar al gringuito y luego de una buena paliza, lo embarco en el primer bus que salía de la ciudad.

- No sé tú, pero por lo menos yo no lo veo por aquí.- se burla Luís

La muchacha ya no le contesta, prefiere seguir leyendo. Ella se ha propuesto que nada estropeará su buen humor este día, no se lo permitiría. Su hermano podía tragarse sus comentarios. Ella se siente enamorada y tiene un presentimiento, algo le dice que a este joven, sí lo volverá a ver.

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